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mercredi 22 février 2012

El Corregidor de Arcos y la Molinera


Romance del corregidor y la molinera (Tradicional)   ¤
Nuevo Mester de Juglaría
http://www.youtube.com/watch?v=1fSldkFYD-Y&feature=related


La historia de un corregidor (gobernador de provincia) u otro personaje poderoso que seduce o toma por la fuerza a una joven y bella campesina (o molinera) apareció frecuentemente en el teatro clásico y fue a menudo presentada como un ejemplo de los frecuentes abusos que los nobles ejercían sobre el pueblo llano.

En Arcos de la Frontera vivía un molinero honrado
que ganaba su sustento con un molino alquilado.
Y era casado con una moza, como una rosa, tan guapa y bella, que el corregidor mismo se apreció de ella.
La visitaba, la cortejaba, hasta que un día la declara el intento que pretendía.
Contesta la molinera: — Vuestros amores admito.
Lo que siento es mi marido si nos coge en el garlito, porque el maldito tiene una llave con la cual cierra, con la cual abre cuando es su gusto.
Y si viene y nos coge nos dará un susto.
Contesta el corregidor: — Yo puedo hacer que no venga, enviándole al molino cosa que allí le entretenga.
Pues como digo será de trigo porción bastante,
que la muela esta noche, que es importante,
Bajo la idea que traigo oculta, bajo la multa de doce duros y con eso podemos estar seguros.
Al otro día, sin más porfía, por cierto vino a este molino un pasajero que el oficio tenía de molinero.
— Le dice: — amigo, si usted es celoso yo soy altivo, váyase usted a su casa, yo muelo el trigo.
Se ha marchado para su casa que parecía un cohete. Y a las doce de la noche abre la puerta y se mete.
Y en una silla ve la ropilla del corregidor
sin faltar nada: botas, capa, sombrero, bastón y espada.
Se la pone el molinero con contento y alegría.
Toma la vía para la casa de su rival. Llega a la puerta, le abre un criado que estaba alerta.
Y se va en busca de la corregidora que es bella dama muy seductora.
Y al verse el molinero en aquella linda cama
y toda la noche estuvo como pájaro en la jaula.
Subía y bajaba, bajaba y subía.
Y estuvo toda la noche hasta ser de día.
Despierta el corregidor y por la hora procura.
Echa mano a su reloj y extraña una vestidura.
La molinera, con aire tímido dice:
— Ésta es la ropa de mi marido.
Y el corregidor temblando, en vestirse nada tarda.
Con capa parda, chupa y calzones con mil jirones,
llenos remiendos; las polainas atadas con unos vendos.
Y unos zapatos de piel de vaca, con una estaca y una montera.
Y siguiéndole iba la molinera.
En fin llegan a la puerta y nadie les respondía.
Hasta que llamó el criado de dentro qué se ofrecía.
— Abre criado. Abre malvado. ¿No me conoces?
Que soy tu amo. Y ¿por qué no me abres cuando yo llamo?
— Anda tu abuela. Anda y no muelas con esa trama, que ha rato que mi amo duerme en la cama.
Despierta la corregidora y ve que no es su marido.
Se echa abajo de la cama con los ojitos dormidos.
— Anda malvado, ¿por dónde has entrado?
Que has propalado mi gran decoro. Anda que ahí abajo se sabrá todo.
En fin tiran para abajo, cuando juntos ya se vieron,
sin que nadie lo notara en un cuarto se metieron.
Y como sabios allí dispusieron un gran desquite,
celebrar el suceso con un convite.
Y esto señores, si va de norte, por de la corte,
por el dinero, hay más corregidores que molineros.


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