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mardi 30 septembre 2014

Discurso de Natalia Lizeth López López, en 2014.

Discurso de Natalia Lizeth López López, en 2014.
http://www.youtube.com/watch?v=tvDf-4o7SnA#t=119
www.youtube.com/watch?v=rIROa7VaLqg
          "Buen día a todos los presentes. Mi nombre es Natalia Lizet López López, soy alumna de la escuela primaria Profesor Rodolfo de Longarza, y soy orgullosamente de origen indígena.
          Agradezco la oportunidad que me brindan de participar en este certamen de fotografía “Un flechazo ciudadano”, organizado por la comisión estatal electoral de Nuevo León.
El tema que hoy se trata aquí es muy importante; siento que el tema es muy mío. Vivimos en un país mega diverso, tantas culturas hacen una mezcla de tradiciones y costumbres muy singulares que nos hacen ser un país único y especial, México, uno de los países en el mundo con una gran diversidad de etnias y población indígena.
Ignoro quién fue la persona encargada de elegir el tema de este certamen “Multiculturalismo en el estado de Nuevo León” , pero le agradezco enormemente porque abrió una oportunidad de conocer y trasmitir algo de nuestras culturas a más personas.
Mis raíces son de origen indígena, pertenezco a una de esas culturas que son minoría en la sociedad; pertenezco a las “Marías” que señalan en las calles por vestir diferente o hablar una lengua antigua, el náhuatl, y aunque vivo en una gran ciudad de Nuevo León, mis padres se encargan de enseñarme el valor de mis raíces de Veracruz, porque yo nací en esa parte, cerca del Cerro del Viento, donde se dice que está plasmada la mano de Moctezuma; es una gran silueta un espectáculo hermoso.
A pesar de mi corta edad, el convivir con mis padres en su trabajo como vendedores en las calles, me ha dado la oportunidad de conocer más sobre las distintas situaciones de la vida. Mi mamá vende plantas en los mercaditos cerca de mi casa. 'Póngale agua a la planta, y trátele con cariño para que nazca la flor'. Así dice mi mamá a sus clientes, pero a mí me dice: 'Lávate los dientes cada que comas si quieres que permanezcan blancos'; 'ponte crema todos los días para que tu piel no esté seca'; 'lee 30 minutos diarios y aprenderás muchas cosas.'
Un día mi maestra puso sobre el pizarrón una frase, que decía: 'Una gota perfora la roca; no por su fuerza, sino por su constancia'. De pronto no le entendí, pero cuando nos explicó con ejemplos, me acordé de mis papás, y de lo que día a día me dicen. Hoy entiendo que las cosas se logran sólo si somos constantes.
Yo veo en las noticias que los niveles de delincuencia, secuestros y corrupción están muy elevados y que cada vez hay menos educación, porque se pierde el respeto a nuestros mayores, a nuestros vecinos, a nuestro país, porque las diferentes etnias de nuestro país se están perdiendo, porque no valoramos las riquezas de nuestras raíces, pues porque no estamos practicando valores, porque día a día dejamos de hacer buenas acciones y de preocuparnos por los demás; los adultos se pierden en el estrés de la vida diaria y le dan tanta importancia a las cosas materiales que nos ofrece la sociedad, y olvidan lo verdaderamente importante: inculcar amor y valores desde la familia.
México necesita poner un fuerte programa de rescate a los valores, nos hace falta practicar la honestidad, practicar la comunicación, practicar la tolerancia, practicar la lealtad, practicar, practicar, practicar, practicar, valores, muchos valores, día a día, en la familia en la escuela, en el trabajo, en los parques, en el Certamen de Fotografía, en todos lados y a toda hora, valores hasta en la sopa.
La constancia hará que los adultos se volvieran respetuosos, puntuales, cordiales, organizados y productivos; esto aumentaría las ganancias en el sector laboral, que es el motor del país. Si los niños practicáramos disciplina, cuidado, colaboración, ayuda, esfuerzo y asistencia, aumentaría rápidamente el nivel educativo; si todos practicáramos tolerancia, respeto, solidaridad, con los adultos mayores, las madres solteras, los niños de la calle, las personas con diferentes capacidades y tantos sectores vulnerables de la población, todos ellos se volverían más activos, más productivos, más motivados, pero sobre todo más felices.
Si se respetara la diversidad cultural y se rescataran los valores y el respeto que nuestros antepasados practicaban, qué riqueza tan grande tendría nuestro país; si el respeto entre todos se hiciera una tradición, los pactos presidenciales, los negocios con otros países, las inversiones con grandes empresarios y los programas que se inician en el país, se harían pensando en los derechos del prójimo y en el bienestar del pueblo, y en toda ley prevalecería la honestidad.
Recordemos a nuestros indios: ellos no firmaban papeles, porque su palabra bastaba, eran hombres de honor. ¿Por qué adoptamos fiestas extranjeras como el Halloween y la Pascua, por qué no luchar por rescatar nuestras hermosas tradiciones mexicanas tan olvidadas?
¡Vivamos nuestras propias elevaciones. Hay que fomentar la difusión y el amor a tantas y tan diferentes culturas olvidadas. Existe tanta riqueza en ellas. Apoyemos la equidad, la integración de nosotros los indígenas a la sociedad.
Si practicáramos las antiguas costumbres de México se reforzarían nuestras tradiciones, ésas que están formadas por valores y buenas costumbres. Tan ricos que son como los chatoniles, el pipián  los bocoles  y los zacahuiles , y ¡qué lastima!, que la mayoría de la gente ni los conoce, y eso que son platillos típicos de México.
Este Certamen abre  la oportunidad de conocer la multiculturalidad de nuestro Estado. ¡Ojala nos interesáramos más por la diversidad de nuestro país! Hay un importante sector poblacional que a lo largo de años se ha enfrentado a la diversidad a la inequidad y a la pobreza, dominando la desigualdad de la distribución de la riqueza del país. La democracia debería ser igual para todos los de la población. ¡Qué bonito sería que las comunidades indígenas tuviéramos la oportunidad de participar en la vida política del país!
Yo soy Natalia; hablo lengua náhuatl, porque mi madre me enseña, pero siento una gran pena: no conocer el totonaca que mi padre lleva en su corazón. Soy 100% orgullosamente de origen indígena: y aunque en ocasiones se me ha humillado o minimizado, soy feliz  porque sé que soy parte de las grandes raíces de México, y yo de una cosa sí estoy segura: que falta mucho valor para rescatar tanta historia, tantos valores, tantas tradiciones. Rescatemos nuestra identidad, hagamos un México con la tecnología de hoy, pero utilizada con la práctica de los valores del ayer. Si cada uno de nosotros valorara lo positivo de nuestras culturas, ¡qué riqueza tan grande tendría nuestra sociedad! Olvídate un poquito del celular del videojuego del chat, y abraza a quien quieres; háblale personalmente y los lazos del amor y los valores aumentarán. ¡Respetemos la diversidad cultural, respetemos nuestra sociedad, hagamos una sola cultura: la cultura de la paz!
Gracias por haberme escuchado.


El pipián:  Méx. Salsa de semillas de calabaza, o almendras o maíz tostado, molidos con chile verde.
  El bocol: Tortilla gruesa de masa de maíz rellena.
  El zacahuil. Es un tamal (empanada) de un gran tamaño, que contiene un puerco entero, pollo , etc.

mercredi 24 septembre 2014

El portero del prostíbulo

El portero del prostíbulo
 http://www.youtube.com/watch?v=ENbLmLJW2RI
Jorge Bucay, psiquiatra, psicoanalista y escritor argentino, nacido en Buenos Aires en 1949.

          No había en aquel pueblo un oficio peor visto y peor pagado que el de ser portero del prostíbulo… Pero, ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio.
          En realidad, era su puesto porque su padre había sido portero
de ese prostíbulo antes que él, y antes que aquél, el padre de su padre. Durante décadas, el prostíbulo había pasado de padres a hijos y la portería también.
Un día, el viejo propietario murió, y un joven con inquietudes, creativo y emprendedor, se hizo cargo del prostíbulo. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darles nuevas instrucciones.
Al portero le dijo: - A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a tener que preparar un informe semanal. Allí anotará la cantidad de parejas que entran cada día.
A una de cada cinco, les preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará ese informe con los comentarios que crea convenientes.
El hombre tembló. Nunca le había faltado predisposición para trabajar, pero…
- Me encantaría satisfacerle, señor -balbuceó-, pero yo… yo no sé leer ni escribir.
-¡Ah! ¡Cuánto lo siento! dijo el nuevo dueño. Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar a que usted aprenda a escribir, por lo tanto…
-Pero, señor, usted no me puede despedir. He trabajado en esto toda mi vida, igual que mi padre, igual que mi abuelo…
Pero el joven no lo dejó terminar. -Mire, yo lo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted.
Lógicamente le daremos una indemnización, es decir, una cantidad de dinero para que pueda subsistir hasta que encuentre otro trabajo. Así que lo siento. Que tenga suerte.
Y, sin más, dio media vuelta y se fue.
El hombre sintió que el mundo se derrumbaba.
Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación.
Llegó a su casa, desocupado por primera vez en su vida.
¿Qué podía hacer?
Y recordó que a veces, en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se estropeaba la pata de un armario, se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisional con un martillo y unos clavos.
Se le ocurrió que ésta podía ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un mejor empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, y sólo encontró unos clavos oxidados y una tenaza mellada.
Tenía que comprar una caja de herramientas completa y, para eso, usaría una parte del dinero que había recibido.
En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había ninguna ferretería, y que tendría que viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra.
-¿Qué más da?, - pensó.
Y emprendió la marcha.
A su regreso, llevaba una hermosa y completa caja de herramientas.
No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa; era su vecino.
- ¡Hola! Venía a preguntarle si no tendría un martillo para  prestarme.
-Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar, ¿sabe?. Como me he quedado sin empleo…
-Bueno, dijo el vecino, yo se lo devolvería mañana muy temprano.
-Está bien.
A la mañana siguiente, tal como había prometido, el vecino llamó a su puerta.
-Mire, todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
-No, yo lo necesito para trabajar y, además, la ferretería está a dos días de mula.
El vecino pensó y propuso:- Hagamos un trato. Yo le pagaré a usted el salario de dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo y una pequeña ganancia para usted. Total, usted está sin trabajo. ¿Qué le parece?
Realmente, esto era como conseguirse trabajo por cuatro días… Así que aceptó.
Volvio a viajar a la ferreteria. A  su regreso, otro vecino lo esperaba a la puerta de su casa.
-Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
-Sí…
- Pues, yo, yo necesito unas herramientas, ¿sabe?. Estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Ya sabe: no todos disponemos de cuatro días para hacer nuestras compras.
El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel.
Le pagó y se fue.
En su mente quedaron las palabras del comprador: - No todos disponemos de cuatro días para hacer nuestras compras….
Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara para traer herramientas.
Pensando en esto, en el siguiente viaje decidió que arriesgaría algo del dinero de la indemnización comprando más herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar tiempo en viajes.
Empezó a correrse la voz por el barrio y muchos vecinos decidieron dejar de viajar para hacer sus compras.
Una vez por semana, el ahora vendedor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.
Pronto se dio cuenta de que si encontraba un lugar donde almacenar las herramientas, podía ahorrar más viajes y ganar más dinero.
Así que alquiló un pequeño local.
Después amplió la entrada del almacén y unas semanas más tarde añadió un escaparate, así, casi sin saberlo, el local se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos, todos compraban en su tienda.
Ya no tenía que viajar, porque la ferretería del pueblo vecino le enviaba sus pedidos: era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más alejados prefirieron comprar en su ferretería y ahorrarse así dos días de viaje.
Un día, se le ocurrió que su amigo, el tornero, podía fabricar para él las cabezas de los martillos.
Y después… ¿Por qué no? También tenazas sencillas y pinzas y cinceles.
Luego siguieron los clavos y los tornillos…
Para no alargar demasiado el cuento, te diré que en diez años aquel hombre se convirtió en un millonario fabricante de herramientas, a base de honestidad y de mucho trabajo.
El ex portero acabó siendo el empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso que, un día, con motivo del inicio del año escolar, decidió donar a su pueblo una escuela.
Además de leer y escribir, allí se enseñarían las artes y los oficios más prácticos de la época.
El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de homenaje para su fundador.
A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:
-Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos que nos conceda el honor de poner su firma en la primera página del libro de actas  de la escuela.
-El honor sería para mí, -dijo el hombre-, creo que nada me gustaria mas que firmar alli, pero yo... yo no se leer ni escribir, yo... soy analfabeto.
-¿Usted? –dijo el intendente, y no alcanzaba ciertamente a creerlo- ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted, que construyó un imperio industrial lo hizo sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?
-Yo se lo puedo contestar, - respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido leer y escribir… ¡sería portero del prostíbulo!